En medio de los cerros que lo rodean, amaneceres cargados de color, clima templado y la calidez de las personas que lo habitan, se encuentra en el norte del departamento del Tolima el municipio de Fresno. Su nombre se dio en honor a la cantidad de árboles de esta variedad que en la época de la conquista se encontraron allí, de los cuales quedan muy pocos.
Este municipio cuenta con variedad de cultivos que permiten el abastecimiento de diferentes zonas del centro del país. Ubicación estratégica que además le ha permitido dadas las características de su territorio, que una práctica poco conocida tenga lugar en sus vías que conectan con Manizales y Mariquita.
Se trata del Gravity Bike, una práctica de alto riesgo que consiste en descender a altas velocidades por vías inclinadas. En Colombia aún no se le reconoce como deporte, por el contrario, se asocia a un peligroso reto que guía a los jóvenes engancharse a las indomables mulas que transportan cargas pesadas en empinadas vías.
Ésta práctica que nace en los años setenta en las montañas de California, consiste en descender en una bicicleta modificada con pesas o cemento en sus barras, con o sin pedales, sin más impulso que el que presta la gravedad en la pendiente. “Relajación, la adrenalina me ayuda a liberar el estrés de la carga laboral y los trabajos de la universidad. La felicidad para nosotros es el gravity, por más tristes y aburridos que nos encontremos en el día, en la noche el descuelgue lo es todo, llego cansado a la casa, pero contento” comparte Manuel Felipe a quien llaman El Rolo, uno de los jóvenes que practican gravity hace algún tiempo en el municipio.
Dentro de los públicos que ha tenido mayor aceptación esta práctica se encuentran menores de edad, situación que pone en alerta a las autoridades, dado el riesgo y peligro que corren quienes de manera experimental se enfrentan al Gravity, sumado a los llamados de atención que hacen quienes transitan en el corredor vial Mariquita – Manizales. Los jóvenes manifiestan contar con la protección necesaria como: trajes, rodilleras y guantes, pero sin duda la accidentalidad presente en el gravity bike ha hecho famosa esta práctica en Colombia, lo que es lamentable debido a las víctimas fatales que ha dejado en diferentes partes del país.
Los practicantes dicen que el problema y la accidentalidad que se da tienen que ver con la falta de espacios para su actividad, “buscamos que el gobierno legitime el deporte y nos facilite un espacio o momentos determinados en la vía para practicarlo con seguridad” menciona Sebastián Matiz, uno de los jóvenes interesados en que sea reconocida formalmente esta práctica que cada vez toma más fuerza en los departamentos del centro del país, como lo son Antioquia, Valle del Cauca, Tolima, Caldas; y al norte en el departamento de Santander.
Johan Carvajal es uno de los menores más jóvenes que se suman a esta desconocida práctica, vive en un Barrio en la salida de la vía para Manizales. Cuenta la variedad de grupos que se ha encontrado, a los cuales clasifica de la siguiente manera:
En un primer grupo se encuentran los deportistas que disfrutan y han hecho del Gravity un estilo de vida; el segundo grupo está destinado a los deportistas que consumen y transportan alucinógenos en la región, los cuales han hecho del Gravity su herramienta para lograr el cometido; en el tercer y último grupo se sitúan unos muy pocos que hacen de su bicicleta una pantalla, dañando la imagen de los deportistas, ya que son quienes hurtan las mulas y camiones que transportan alimentos y cargas costosas.
A diario, diferentes jóvenes salen de sus casas para colgarse de vehículos de carga pesada, poniendo en riesgo sus vidas. Por afición o adrenalina, estas peligrosas maniobras, unidas a la clandestinidad de la práctica, condicionan y complican la gestión para encontrar un espacio de recreación con las condiciones necesarias que permitan la práctica del gravity. Los jóvenes deportistas del norte del Tolima hacen un llamado a toda su comunidad a respetar, tolerar y dejar a un lado las estigmatizaciones que existen en torno a ellos, ya que afirman no ser vagos, cada uno de ellos trabaja y no hace daño a nadie.
Redacción: Jesús Pérez