“El Trabajo de las Líderes del Tolima: Más Allá de las Críticas”

A pesar de los ataques políticos y partidistas, las líderes del Tolima han demostrado que su trabajo merece ser evaluado por sus acciones y no por el ruido de las disputas.

En un contexto político donde las disputas entre partidos tienden a opacar los logros, las gestiones de Johana Aranda en Ibagué y Adriana Magaly Matiz en el Tolima se enfrentan a una constante guerra mediática. Como periodista que ha vivido de cerca estas situaciones, es momento de reconocer el valor de estas mujeres que, pese a las adversidades, trabajan incansablemente por el bienestar de nuestras comunidades.

Opinión

El Tolima vive un momento histórico al estar liderado por dos mujeres que, desde sus respectivos cargos, representan el esfuerzo y el compromiso con la región: Johana Aranda como alcaldesa de Ibagué y Adriana Magaly Matiz como gobernadora del departamento. Su presencia en estos espacios de poder es un avance significativo hacia una mayor participación femenina en la política, pero también las ha convertido en el blanco constante de críticas y ataques que, muchas veces, responden más a intereses partidistas que a una evaluación objetiva de su gestión.

La alcaldesa Johana Aranda ha enfrentado, desde el inicio de su mandato, una feroz embestida mediática. Las críticas por el estado de las vías, la presión por la ejecución de obras y el constante escrutinio hacia su administración han sido temas recurrentes en los titulares de los medios locales. Sin embargo, pocas veces se destacan los esfuerzos de planificación estratégica que su equipo ha implementado para llevar a cabo proyectos de gran envergadura que buscan transformar a Ibagué. Más allá de los baches en las calles, su administración ha demostrado capacidad de adaptación, incluso realizando cambios en su gabinete para responder mejor a las necesidades de la ciudad. Además, el trabajo en áreas clave como la seguridad alimentaria, con los comedores comunitarios, y el apoyo a las mujeres vulnerables a través de la Casa Rosa, ha sido significativo, aunque muchas veces eclipsado por las críticas políticas.

Por otro lado, Adriana Magaly Matiz ha sido una figura clave en el desarrollo del Tolima, liderando proyectos que buscan fortalecer la economía y la infraestructura del departamento. Con avances notables en la seguridad, la conectividad vial y el apoyo al sector agrícola, Matiz ha tenido que lidiar con el obstáculo de la polarización política, donde las disputas entre partidos han intentado minimizar sus logros. Esta guerra partidista ha desviado el foco de atención hacia el ruido de las diferencias ideológicas en lugar de resaltar su trabajo por el bien común. En ocasiones, los logros de la gobernadora se ven empañados por ataques mediáticos que no permiten una evaluación justa de sus esfuerzos.

Como mujer periodista que ha seguido de cerca ambas gestiones, he sido testigo de cómo los ataques políticos y mandados noticiosos afectan no solo la percepción pública de estas líderes, sino también la oportunidad de reconocer el impacto de sus acciones. Es preocupante cómo, en lugar de centrarnos en los resultados, seguimos atados a viejas dinámicas de enfrentamiento que no contribuyen al progreso de nuestra región. Los medios de comunicación, que deberían ser los guardianes de la objetividad, también se ven atrapados en este círculo vicioso, dando espacio a críticas destructivas que no hacen más que profundizar la división.

Es momento de preguntarnos: ¿estamos evaluando el trabajo de nuestras dirigentes con justicia o estamos permitiendo que las rencillas políticas nublen nuestro juicio? Johana Aranda y Adriana Magaly Matiz representan no solo el liderazgo femenino, sino también la posibilidad de construir un futuro más inclusivo y equitativo. Su trabajo debe ser analizado desde los hechos y no desde los intereses partidistas que buscan debilitarlas.

El liderazgo femenino en la política tolimense no debería ser motivo de controversia, sino de orgullo. En lugar de ser un campo de batalla, el escenario político debe convertirse en un espacio donde podamos reconocer los aciertos y señalar las fallas sin caer en la descalificación constante. Es esencial entender que el bienestar de la región no se construye sobre el derribo de líderes, sino sobre la colaboración y el trabajo conjunto.

Es hora de respaldar el trabajo de estas mujeres que, pese a las adversidades, están abriendo camino para futuras generaciones. Dejemos que sus resultados hablen por ellas y recordemos que el verdadero progreso solo se logra cuando superamos las diferencias y trabajamos unidos por el bienestar de nuestra comunidad. La política del Tolima necesita menos confrontación y más construcción.

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