Zoraya ter Beek tomó la decisión de someterse a la eutanasia después de que los médicos le comunicaran que no podían hacer nada más por ella
Ter Beek, residente de un pequeño pueblo cerca de la frontera alemana, ha vivido atormentada por su lucha contra la depresión, el autismo y el trastorno de personalidad limítrofe. Aunque tiene pareja y comparte su vida con dos gatos, considera que ha llegado al límite de su resistencia.
Tras enfrentarse desde muy pequeña a constantes desafíos de salud mental, los médicos le comunicaron hace poco que no había nada más que pudieran hacer por ella y que su situación no mejoraría. Una noticia devastadora que la impulsó a tomar la decisión de la eutanasia, prevista para mayo.
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El procedimiento para ter Beek se llevará a cabo en su hogar, concretamente en su sofá, con su novio a su lado. No desea una ceremonia funeraria tradicional, en lugar de ello, su pareja esparcirá sus cenizas en un lugar especial del bosque que ambos han seleccionado. Aunque admite sentir miedo ante la muerte, considera que enfrentar este “desconocido absoluto” es preferible a continuar viviendo con un dolor insoportable.
La historia de ter Beek ha generado un debate sobre la calidad de vida, la autonomía personal y los límites de la medicina en el tratamiento de trastornos psiquiátricos profundos. Mientras algunos defienden su derecho a elegir sobre su propio sufrimiento y destino, otros expresan preocupación por lo que consideran un posible abandono terapéutico y las implicaciones de la legislación sobre la eutanasia.