Andrés Fabián Hurtado, Alcalde de Ibagué
¿Cómo entender la constante, insaciable y en ocasiones irracional antipatía de actores sociales frente a cada una de las acciones que lleva a cabo una administración municipal, aunque los hechos e indicadores evidencien resultados positivos y avances?
Sólo se me ocurren dos cosas: una tusa electoral no superada o la instrumentalización del odio con fines políticos y comerciales.
Quienes exclusivamente se dedican a hablar mal de terceros y en detrimento de aquello que nos une como ciudad, o quienes hacen de la noticia negativa una industria provechosa, convirtiendo la libertad de expresión en un ejercicio selectivo, en donde se suprime lo positivo y se hallan peros hasta debajo de las piedras, integran un grupo social que a la fecha nada les gusta.
De lo anterior nace una actitud antidemocrática, caracterizada por la incapacidad de reconocer virtudes en el adversario, establecer acuerdos de ciudad y construir sobre un objetivo supremo: Ibagué.
Por ejemplo, debido a la gran cantidad de vehículos que circulan por la ciudad, los huecos que se han acumulado durante décadas y los trancones, demandaron con urgencia la intervención de la malla vial. Sin embargo, cuando se le dio un lugar importante a este reclamo en nuestra agenda, incluso, a pesar de tener congelado el presupuesto de inversión durante el año de la pandemia, la actitud anteriormente expuesta saltó a la vista.
Vieron innecesaria la intervención en la calle 103; se disgustaron por las dificultades en movilidad que produce la intervención de tramos que otrora reclamaban, como la Quinta y la Ambalá; e incluso, consideraron un sacrilegio la construcción de un puente elevado sobre una de las zonas más lentas y transitadas de la ciudad.
Si trabajo desde el despacho, aseguran que mi ausencia en el territorio hace que pase por alto el problema histórico de la infraestructura vial; pero si anuncio un plan de $25.000 millones para tapar huecos y presencia permanente en las calles, dicen que estoy haciendo política.
En conclusión, ¡nada les gusta! Reclamaban al unísono los escenarios deportivos, pero explotaron en cólera cuando anunciamos la necesidad de un empréstito para financiarlos. Unos juraban con biblia en mano que los recursos estaban, y otros, más osados, asumieron una especie de oposición radical sin ofrecer alternativas de financiación claras, como si las obras se pagaran con palmaditas en la espalda.
Gracias a Dios que nuestra concentración se mantuvo imperturbable, seguimos adelante y le entregamos a la ciudad un Complejo de Raquetas y la Pista de BMX más rápida del mundo.
Dicen que aquí, y al mismo tiempo dicen que allá. Me advirtieron consecuencias graves si hacía el Festival Folclórico Nacional en 2021, pero al mismo tiempo, aseguraban que la continuidad de nuestra festividad cultural más querida, por lo menos desde la virtualidad, era un sin sentido.
¡Ah!, pero cuando el Ministerio de Salud dio luz verde para llevar el festival a las calles, el nuevo ‘pero’ consistió en decir que estaba derrochando recursos, como si no existiera presupuesto aprobado, como si no fuera la actividad más importante de la ciudad, y como si esto no dejara retorno económico para los ibaguereños. ¡Que se preparen! Porque el Festival Folclórico Colombiano de este año será el más grande de nuestra historia.
Destrabamos el proyecto del Acueducto Complementario, pero no les gustó, especialmente a quienes lo “inauguraron”, utilizando motobombas y mangueras para hacerle creer a los barrios del sur que por fin tenían agua, engañándolos de manera vil y rastrera.
Gestionamos con Europa un Sistema Público de Bicicletas, pero dicen que es muy poquito; instalamos un alumbrado navideño con 2.500 figuras, pero dijeron que eran muchas; construimos 11 de los 26 colegios prometidos en 2016, pero dicen que no le prestamos atención al tema; incrementamos el pie de fuerza en la ciudad y dimos becas a 200 jóvenes que querían ser policías, pero dicen que no hacemos nada por la seguridad, y así sucesivamente…
En ese contexto, quiero sostener aquello que siempre expreso: mi espíritu es democrático y mi mente está en Ibagué. El que quiera construir, bienvenido sea, y el que quiera destruir, no pasa nada, no nos desconcentra; porque al odio seguiremos respondiendo con obras, y a los de la gavilla que nada les gusta, con trabajo. Así ha sido a lo largo de este Gobierno, y así será hasta el último día.